sábado, 31 de octubre de 2009

Reflexiones


¿Alguien se imagina a un grupo de violadores legislando contra los delitos sexuales? Pues eso mismo es lo que nuestros políticos quieren: legislar contra la corrupción, intrínseca a la casta política.


Hemos creado un monstruo. Desde los griegos hasta nuestros días hemos ido cebando a un grupo de personas que se retroalimenta, se interrelaciona y se apoya, al margen del resto de los ciudadanos. Bueno, para ser correctos, no siempre. Cuando necesitan nuestros votos y nuestro dinero sí piensan en nosotros.


Ahora se teoriza aquí y allá sobre una posible tirita para esta herida abierta en la aorta, pero el problema es que no hay tirita posible para una aorta. El sistema está tocado de muerte.


El paso de los siglos hace que veamos cosas insólitas con una normalidad pasmosa. ¿Alguien pondría al cargo de una panadería a un ingeniero de caminos? ¿Y qué tal un jardinero al frente de un hospital?


En España no sorprende una Ministra de Defensa que antes fue Ministra de Vivienda y que aun antes fue Vicepresidenta del Congreso a pesar de ser una Licenciada en Derecho.


Tampoco asusta a nadie que haya al frente del sindicato de empresarios un hombre que, a todas luces, no es capaz de llevar ni su propia empresa.


Hay infinidad de alcaldes y concejales sin formación. Y no me refiero a un máster del universo, sino a un triste título de Graduado Escolar


Ni qué decir la fantástica parábola del dinero del país. Los ingenieros se rompen los cuernos hallando el camino más recto entre dos puntos para trazar autovías o el dichoso AVE, pero, por otro lado, el camino más corto entre el dinero que el Gobierno ofrece para minimizar los estragos de la crisis (nuestro dinero) debe pasar antes por unos intermediarios (los bancos) que a su vez deben pasárnoslo a nosotros (consumidores y empresas), siendo justamente los bancos los que nos han llevado a esta situación.


Y entonces, como en el Día de la Marmota, volvemos a lo de los violadores y sus leyes.


Un niño de siete años te diría: si me quieres dar un caramelo, ¿por qué debo pedírselo a ese señor al que se lo has dado tú delante de mis narices, y encima ahora él se niega a darme los restos?


Igual la solución está en la Tecnocracia que Platón ya recomendaba en su República. Un gobierno de especialistas cuyo ministerio de Economía sea dirigido por un economista, y el de Cultura por un pensador, etc, elegidos democráticamente y en listas abiertas.


Es una idea con un interés creciente que, citando a Omar Guerrero, "supone sustituir al capitalismo y las instituciones políticas vigentes, de modo que la política no tendría una función que cumplir, lo mismo que la economía política, que sería sustituida por la Economía Tecnológica" (de su libro Tecnocracia o el Fin de la Política).


¡Feliz Halloween!



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