domingo, 2 de febrero de 2014

Hablar con las tripas


Y no me refiero a la ventriloquia, un arte que merece todos mis respetos y que practican grandes artistas como Sair y su Luchito, Maricarmen y su Leoncio o Angela Merkel y su Rajoy.

Me refiero al uso del idioma, otro afectado más por la crisis económica y que sufre no pocos recortes, incluso allá donde ésta no ha dado con tanta fuerza: México, Colombia, Argentina y el resto de países hispanohablantes.

Ya en secundaria te enseñan aquello del registro idiomático, que es una bonita forma de definir lo siguiente:

(En la consulta del médico).

-       Que pass tronco?? Mira a ver, que me ha salío una movida en el ojete y no veas cómo jode!! Mi vieja dice que es una almorrana d’esas.

Cuando la situación y el receptor habrían requerido que dijeras algo más parecido a esto:

-       Buenos días, doctor. Vengo a verlo porque tengo una molestia en el ano ciertamente irritante. Mi bienamada madre sugiere que podría tratarse de una hemorroide.

Es decir, que uno demuestra su educación sabiendo manejarse en distintas situaciones empleando el idioma como corresponda en cada contexto. Hasta ahí todo bien. Lo que ya no me parece tan bien es cuando se busca aposta la neutralización del idioma y lo dejamos reducido a un tibio hilo comunicador.

Todo esto viene porque estuve viendo Thor, El Mundo Oscuro doblada al español latino (¿?) – no preguntéis por qué-,  una película que ya había visto en version original y que no recordaba tan insulsa. Cuando me quedé solo, empecé a buscar información sobre qué era eso del Español Latino y a leer opiniones de todos los gustos. Defensores y detractores hay en todo, y parece que en este asunto no iba a ser menos…

Los que defienden este español de laboratorio afirman que es un modo de lograr una cierta uniformidad, eliminando todo coloquialismo para que la mayoría de la audiencia se sienta cómoda. En general, piensan que es un acento agradable, opinión compartida incluso por los peninsulares. La idea es buena, porque con un solo doblaje abarcas a millones de espectadores.

Los detractores alegan que es un acento mexicano insufrible, ñoño. Las opiniones en contra dependen más del país de origen de quien las defiende.

Lo que a mí me parece es que el doblaje ya provoca un alejamiento del sentido literal de la obra –en este caso, una película-, de modo que no debemos arrogarnos, además,  el derecho de alterar esa obra en beneficio de una neutralidad. Así, si un personaje dice fucking shit!, el autor ha querido que diga eso, que podría ser ¡joder! u ¡hostia puta!, y no ¡Dios mío!, como en Thor.

A mí me encantan los localismos y todas las variedades del español, y me recreo cuando veo una película con sonido original y tengo que buscar lo que significa la neta o arrecho o bonche, está repiola; me gusta escuchar el canturreo argentino, la dulzura colombiana o la aparente dejadez cubana; pero no sé si me gusta tanto ese acento y léxico neutro que me recuerda a los dibujos animados de cuando eramos pequeños aplicado en películas para mayores. ¿Quién quiere un Thor con sabor a Disney, aunque hoy eso tenga todo el sentido?

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