Y no me refiero a
la ventriloquia, un arte que merece todos mis respetos y que practican grandes
artistas como Sair y su Luchito, Maricarmen y su Leoncio o Angela Merkel y su
Rajoy.
Me refiero al uso del idioma, otro afectado
más por la crisis económica y que sufre no pocos recortes, incluso allá donde ésta
no ha dado con tanta fuerza: México, Colombia, Argentina y el resto de países
hispanohablantes.
Ya en secundaria te enseñan aquello del registro
idiomático, que es una bonita forma de definir lo siguiente:
(En la consulta del médico).
- Que pass tronco?? Mira a ver, que me ha salío una movida en el ojete y no veas cómo jode!! Mi vieja dice que es una almorrana d’esas.
Cuando la situación y el receptor habrían
requerido que dijeras algo más parecido a esto:
- Buenos días, doctor. Vengo a verlo porque tengo una molestia en el ano ciertamente irritante. Mi bienamada madre sugiere que podría tratarse de una hemorroide.
Es decir, que uno demuestra su educación
sabiendo manejarse en distintas situaciones empleando el idioma como
corresponda en cada contexto. Hasta ahí todo bien. Lo que ya no me parece tan
bien es cuando se busca aposta la neutralización del idioma y lo dejamos
reducido a un tibio hilo comunicador.
Todo esto viene porque estuve viendo Thor, El
Mundo Oscuro doblada al español latino (¿?) – no preguntéis por qué-, una película
que ya había visto en version original y que no recordaba tan insulsa. Cuando
me quedé solo, empecé a buscar información sobre qué era eso del Español Latino
y a leer opiniones de todos los gustos. Defensores y detractores hay en todo, y
parece que en este asunto no iba a ser menos…
Los que defienden este español de laboratorio
afirman que es un modo de lograr una cierta uniformidad, eliminando todo
coloquialismo para que la mayoría de la audiencia se sienta cómoda. En general,
piensan que es un acento agradable, opinión compartida incluso por los
peninsulares. La idea es buena, porque con un solo doblaje abarcas a millones
de espectadores.
Los detractores alegan que es un acento
mexicano insufrible, ñoño. Las opiniones en contra dependen más del país de
origen de quien las defiende.
Lo que a mí me parece es que el doblaje ya
provoca un alejamiento del sentido literal de la obra –en este caso, una
película-, de modo que no debemos arrogarnos, además, el derecho de alterar esa obra en
beneficio de una neutralidad. Así, si un personaje dice fucking shit!, el autor
ha querido que diga eso, que podría ser ¡joder! u ¡hostia puta!, y no ¡Dios
mío!, como en Thor.
A mí me encantan los localismos y todas las
variedades del español, y me recreo cuando veo una película con sonido original
y tengo que buscar lo que significa la neta o arrecho o bonche, está repiola;
me gusta escuchar el canturreo argentino, la dulzura colombiana o la aparente
dejadez cubana; pero no sé si me gusta tanto ese acento y léxico neutro que me
recuerda a los dibujos animados de cuando eramos pequeños aplicado en películas
para mayores. ¿Quién quiere un Thor con sabor a Disney, aunque hoy eso tenga todo el sentido?
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