Depende de si eres de derechas o
izquierdas, el mundo, tu moral y tus prejuicios cambian.
Así, cuando eres
conservador, debes convertirte en un capitalista implacable, un psicópata que
defiende la empresa frente al individuo. El beneficio frente a los derechos
humanos.
Por el contrario, ser
de izquierdas implica defender a ultranza los derechos sociales desdeñando la
propiedad. Lo público frente lo
privado.
Una información genética
similar debe transmitirse por el
ADN de los retroconservadores, que no han debido de aprender nada -ahora que lo
tenemos tan reciente- del pobre y magnífico Adolfo Suárez. Y eso que él
procedía de esa casta…
Debe ser ese gen el
que les lleve a la conclusion de que el Gran Wyoming, como es rico, no puede
preocuparse por el pobre.
Una mañana, por otro
lado, en Al Rojo Vivo el sorprendente periodista Chani Pérez Henares (al que
Fernando Berlín le ha reprochado no ejercer como tal cuando se niega a
preguntar a un personaje sobre su modo de actuar) ha dicho: “la violencia es
violencia, venga de donde venga”.
Seguramente, cuando
llegó esa noche a casa henchido de autocomplacencia por semejante aforismo,
dormiría bien, incluso.
Imaginemos a alguien
que le da un palo a otro alguien. No demos más pistas para que las mentes
preclaras como las de Chani no tomen posición. ¿Ya? ¿Es eso violencia o no lo
es? PUMBA, hostión. ¿Es? ¿No es?
Bien. Ahora una tipo
test con imagen, para que algunos puedan decidirse sin que les estalle la
cabeza y me lo llenen todo de sesos.
A. SÍ es violencia
B. NO es violencia
Vale. Si la opción
elegida es la B, entonces habría que pensar que la violencia deja de serlo para convertirse en seguridad.
Dicho de otro modo, la violencia
institucional no es violencia (Uhm… esto me suena a Doublespeak).
El pasado 22 de marzo
se celebraron las Marchas por la
Dignidad, que confluyeron en Madrid, donde llevaron a cabo una
manifestación a cuyo fin un grupo de “radicales” acorralaron a un grupo de
policías y los apalearon. ¿Era violencia la de los radicales? ¿La de los
policías? ¿Ambas? ¿Ninguna? Lo
pensais.
Estoy haciendo un
esfuerzo supremo por ser lo más objetivo posible y no caer en apologías de la
violencia “venga de donde venga”. ¿Lo del domingo 22 de marzo era violencia?
¿No es violento que robes a la población y la prives de casa, comida y tajo, le
reduzcas el sueldo, le subas los impuestos, la desahucies, le robes las ayudas
para su formación, hagas del ámbito político un océano de corrupción? ¿Acaso no
es violencia la impunidad de la casta cuando accidentalmente pillan a uno de
ellos robando a manos llenas?
Todo esto sin contar
con la violencia psíquica. Hasta una
ley como la de Violencia de Género, aprobada hace diez años, contempla el
maltrato psíquico como algo punible.
Se puede perseguir a quien te maltrate psicológicamente, sin tocarte un
pelo. ¿Era violencia lo de los altercados del día 22? ¿Y cómo podemos llamar al
ataque psicológico que sufrimos cada vez que el Ministro Soria abre su bocaza
para intentar convencernos de que la luz está bajando mientras cada mes tenemos
menos pasta en el bolsillo? ¿Qué decimos cuando el ministro Montoro nos llama
imbéciles por creernos que los impuestos bajarán y por creernos que hay más empleo
y le economía se recupera, mientras cada vez hay más parados en tu familia y
los que seguimos trabajando cobramos menos?
El día que la verdad
sea la verdad, la diga Agamenón o su porquero, y la violencia sea la violencia,
la ejerza la población o el poder, el mundo será más justo y yo seguramente me
aburriré como una ostra y me dedicaré a otra cosa. Claro que los demás lo
tendrán mucho peor, porque haberse llevado media vida siendo bipolares y
descubrir que las cosas no pueden ser simultáneamente A y B les pasará factura.
Como la de la luz.
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