martes, 1 de abril de 2014

El bien y el mal o todo lo contrario


Depende de si eres de derechas o izquierdas, el mundo, tu moral y tus prejuicios cambian.

Así, cuando eres conservador, debes convertirte en un capitalista implacable, un psicópata que defiende la empresa frente al individuo. El beneficio frente a los derechos humanos.

Por el contrario, ser de izquierdas implica defender a ultranza los derechos sociales desdeñando la propiedad. Lo público frente  lo privado.

Una información genética similar debe  transmitirse por el ADN de los retroconservadores, que no han debido de aprender nada -ahora que lo tenemos tan reciente- del pobre y magnífico Adolfo Suárez. Y eso que él procedía de esa casta…

Debe ser ese gen el que les lleve a la conclusion de que el Gran Wyoming, como es rico, no puede preocuparse por el pobre.

Una mañana, por otro lado, en Al Rojo Vivo el sorprendente periodista Chani Pérez Henares (al que Fernando Berlín le ha reprochado no ejercer como tal cuando se niega a preguntar a un personaje sobre su modo de actuar) ha dicho: “la violencia es violencia, venga de donde venga”.

Seguramente, cuando llegó esa noche a casa henchido de autocomplacencia por semejante aforismo, dormiría bien, incluso.

Imaginemos a alguien que le da un palo a otro alguien. No demos más pistas para que las mentes preclaras como las de Chani no tomen posición. ¿Ya? ¿Es eso violencia o no lo es? PUMBA, hostión. ¿Es? ¿No es?

Bien. Ahora una tipo test con imagen, para que algunos puedan decidirse sin que les estalle la cabeza y me lo llenen todo de sesos.


                                   


A. SÍ es violencia                                                 B. NO es violencia

Vale. Si la opción elegida es la B, entonces habría que pensar que la violencia deja de serlo para convertirse en seguridad. Dicho de otro modo, la violencia institucional no es violencia (Uhm… esto me suena a Doublespeak).

El pasado 22 de marzo se celebraron las Marchas por la Dignidad, que confluyeron en Madrid, donde llevaron a cabo una manifestación a cuyo fin un grupo de “radicales” acorralaron a un grupo de policías y los apalearon. ¿Era violencia la de los radicales? ¿La de los policías? ¿Ambas? ¿Ninguna?  Lo pensais.


Estoy haciendo un esfuerzo supremo por ser lo más objetivo posible y no caer en apologías de la violencia “venga de donde venga”. ¿Lo del domingo 22 de marzo era violencia? ¿No es violento que robes a la población y la prives de casa, comida y tajo, le reduzcas el sueldo, le subas los impuestos, la desahucies, le robes las ayudas para su formación, hagas del ámbito político un océano de corrupción? ¿Acaso no es violencia la impunidad de la casta cuando accidentalmente pillan a uno de ellos robando a manos llenas?

Todo esto sin contar con la violencia psíquica. Hasta una ley como la de Violencia de Género, aprobada hace diez años, contempla el maltrato psíquico como algo punible.  Se puede perseguir a quien te maltrate psicológicamente, sin tocarte un pelo. ¿Era violencia lo de los altercados del día 22? ¿Y cómo podemos llamar al ataque psicológico que sufrimos cada vez que el Ministro Soria abre su bocaza para intentar convencernos de que la luz está bajando mientras cada mes tenemos menos pasta en el bolsillo? ¿Qué decimos cuando el ministro Montoro nos llama imbéciles por creernos que los impuestos bajarán y por creernos que hay más empleo y le economía se recupera, mientras cada vez hay más parados en tu familia y los que seguimos trabajando cobramos menos?

El día que la verdad sea la verdad, la diga Agamenón o su porquero, y la violencia sea la violencia, la ejerza la población o el poder, el mundo será más justo y yo seguramente me aburriré como una ostra y me dedicaré a otra cosa. Claro que los demás lo tendrán mucho peor, porque haberse llevado media vida siendo bipolares y descubrir que las cosas no pueden ser simultáneamente A y B les pasará factura. Como la de la luz.



No hay comentarios:

Publicar un comentario