Como cada día de invierno, miles de grullas -literalmente- pasan, puntuales, a la hora del desayuno. ¿Dónde irán?
¿Qué dirán? Me gusta pensar que nos miran a los de abajo y nos dicen: "¡Vamos, que amanece, arriba!"
¿Qué hora es? Los relojes no son necesarios: ya grullan, debe de estar amaneciendo...
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