
Hace unos 6.000 años aparecieron los primeros esbozos de lo que hoy conocemos como escritura.
Hasta entonces, el acervo se transmitía de padres a hijos de modo oral y existían fórmulas para recordar datos importantes para la tribu y que no se olvidaran, como las canciones o las leyendas. Alguno de estos conocimientos podrían ser el modo de encontrar agua en la estación seca, la utilidad de cierta hierba o qué hacer frente a un peligro.
Pero en el IV milenio antes de Cristo los Hombres empezaron a representar mediante símbolos aquello que conocían. Este paso para la humanidad (seguramente tan importante como la llegada a la Luna) supuso que el saber pudiera transmitirse de una forma más general e inmediata, y no sólo limitarse a la familia y la tribu, sino que también permitía que un grupo conociese los hallazgos del otro.
El otro gran salto trascendente fue el de la aparición de la imprenta que, en contra de lo que se cree, apareció hacia el siglo V antes de Cristo . No obstante, la historia del conocimiento sí le debe mucho a los impresores que optimizaron este invento entre los siglos XIV y XV de nuestra era.
Ahora el Saber se hacía extensible a todo el mundo y la transmisión del conocimiento creció exponencialmente, de modo que un descubrimiento científico en Florencia podía conocerse a los meses en Chicago.
Esta idea de transmisión merece un aparte: supongamos que soy un científico del siglo XVIII interesado en radicar la enfermedad que asola mi pueblo, pero hay algo que me traba y me impide avanzar; no logro encontrar la respuesta. Entonces me llega un legajo de un doctor que vive a miles de kilómetros de mí en el que se comenta justo el asunto que me impedía avanzar. Este conocimiento compartido me ha permitido avanzar en mi investigación y ¡eureka! , puedo ayudar a mi pueblo. Gracias a la transmisión de información he sido capaz de terminar una tarea que, de otro modo, podría haberme llevado más tiempo del que mi gente podía esperar...
El fin de siglo decimonónico y la llegada del XX ayudan a la sinergia cultural con la radio, el telégrafo, el teléfono, la televisión: otra progresión geométrica.
Y el final del siglo XX y los inicios del XXI traerán al ser humano el deseo de tantos sabios, tantos científicos, tantos hombres que anhelaban conocer y dar a conocer lo que sabían de la forma más inmediata: Internet.
Vamos con un nuevo supuesto: Ahora estamos ultimando una enzima que, al ser inyectada, elimina de un plumazo las alergias de todo el mundo. Estoy a punto de dar con una molécula estable para una vacuna que sea barata y tolerable para todos los que la necesiten. En otros tiempos, mi descubrimiento se vería ralentizado por mi cerebro -ya no da para más-, por la falta de un ingrediente/compuesto -no lo hay en mi área de trabajo- o porque no tengo el libro de ese otro científico de Japón que habla de este mismo asunto. Eso sería en otros tiempos: ahora basta con conectarme y buscar la información que necesito o incluso mandar un correo al nipón y que me conteste él directamente...
Los avances en la escritura y la transmisión del conocimiento, pues, han permitido que cada día los logros sean compartidos en tiempo real por todos los Seres Humanos, y lo que hoy parece imposible mañana sea real, cuando en otras épocas habría que sufrir un intervalo de tiempo interminable.
¿Te imaginas cómo sería un mundo en el que hubiera que explicar a cada generación la creación del fuego, cómo sanar un resfriado o una simple suma? ¿Crees que así habríamos llegado a disfrutar de tuenti, las motos, un móvil, una fiesta en Supermartxé *?
¿Respondo así, querido alumno, a tu pregunta
Hasta entonces, el acervo se transmitía de padres a hijos de modo oral y existían fórmulas para recordar datos importantes para la tribu y que no se olvidaran, como las canciones o las leyendas. Alguno de estos conocimientos podrían ser el modo de encontrar agua en la estación seca, la utilidad de cierta hierba o qué hacer frente a un peligro.
Pero en el IV milenio antes de Cristo los Hombres empezaron a representar mediante símbolos aquello que conocían. Este paso para la humanidad (seguramente tan importante como la llegada a la Luna) supuso que el saber pudiera transmitirse de una forma más general e inmediata, y no sólo limitarse a la familia y la tribu, sino que también permitía que un grupo conociese los hallazgos del otro.
El otro gran salto trascendente fue el de la aparición de la imprenta que, en contra de lo que se cree, apareció hacia el siglo V antes de Cristo . No obstante, la historia del conocimiento sí le debe mucho a los impresores que optimizaron este invento entre los siglos XIV y XV de nuestra era.
Ahora el Saber se hacía extensible a todo el mundo y la transmisión del conocimiento creció exponencialmente, de modo que un descubrimiento científico en Florencia podía conocerse a los meses en Chicago.
Esta idea de transmisión merece un aparte: supongamos que soy un científico del siglo XVIII interesado en radicar la enfermedad que asola mi pueblo, pero hay algo que me traba y me impide avanzar; no logro encontrar la respuesta. Entonces me llega un legajo de un doctor que vive a miles de kilómetros de mí en el que se comenta justo el asunto que me impedía avanzar. Este conocimiento compartido me ha permitido avanzar en mi investigación y ¡eureka! , puedo ayudar a mi pueblo. Gracias a la transmisión de información he sido capaz de terminar una tarea que, de otro modo, podría haberme llevado más tiempo del que mi gente podía esperar...
El fin de siglo decimonónico y la llegada del XX ayudan a la sinergia cultural con la radio, el telégrafo, el teléfono, la televisión: otra progresión geométrica.
Y el final del siglo XX y los inicios del XXI traerán al ser humano el deseo de tantos sabios, tantos científicos, tantos hombres que anhelaban conocer y dar a conocer lo que sabían de la forma más inmediata: Internet.
Vamos con un nuevo supuesto: Ahora estamos ultimando una enzima que, al ser inyectada, elimina de un plumazo las alergias de todo el mundo. Estoy a punto de dar con una molécula estable para una vacuna que sea barata y tolerable para todos los que la necesiten. En otros tiempos, mi descubrimiento se vería ralentizado por mi cerebro -ya no da para más-, por la falta de un ingrediente/compuesto -no lo hay en mi área de trabajo- o porque no tengo el libro de ese otro científico de Japón que habla de este mismo asunto. Eso sería en otros tiempos: ahora basta con conectarme y buscar la información que necesito o incluso mandar un correo al nipón y que me conteste él directamente...
Los avances en la escritura y la transmisión del conocimiento, pues, han permitido que cada día los logros sean compartidos en tiempo real por todos los Seres Humanos, y lo que hoy parece imposible mañana sea real, cuando en otras épocas habría que sufrir un intervalo de tiempo interminable.
¿Te imaginas cómo sería un mundo en el que hubiera que explicar a cada generación la creación del fuego, cómo sanar un resfriado o una simple suma? ¿Crees que así habríamos llegado a disfrutar de tuenti, las motos, un móvil, una fiesta en Supermartxé *?
¿Respondo así, querido alumno, a tu pregunta
"¿PARA QUÉ SIRVE ESTUDIAR ESTA ASIGNATURA?"
;-)
;-)
* Para los viejunos: Éstas son las cuatro cosas más importantes para un adolescente, por encima del sexo, el dinero o los amigos.
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