Hola, Madre.
Soy yo otra vez.
Soy yo otra vez.
Hoy vengo a preguntarte qué has hecho mal.
Cada día
cuando observo
el fruto de tu vientre
me pregunto en qué has fallado
para que yo no sea igual.
Tú me enseñas el prodigio
de la savia y las raíces;
de tu medra ante lo adverso,
'de lo esencial', me dices.
Llego yo y te las cerceno,
no te imito, me sublevo.
Cada uno de mis brotes
resulta más virulento.
Esa chancla que me asomas
como una amenaza en ciernes
no me sirve, me hace gracia,
eres muy condescendiente.
Cuando lloro sé a mar,
cuando rabio, a cieno amargo.
Soy feliz si huelo a heno,
amor: dulce al paladar.
No escarmiento, madrecita.
Algún día tendrás que darme
con la chancla de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario