viernes, 2 de septiembre de 2016

Canimaquia

Hay tradiciones que merece la pena conservar y apoyar.



En Guandalia, un exótico país de Oceanía que una vez fue colonia española, han logrado mantener, a lo largo de los siglos, una preciosa costumbre.

Al tratarse de una isla, los colonos españoles tenían grandes dificultades para importar ganadería brava, de modo que las corridas allí son algo distintas: en vez de toros, lidian con perros.

No obstante, desde 1576 mantienen el arte impoluto. Incluso tratan a los perros como a los toros: los dejan crecer libres, salvajes, con el mínimo contacto con su ganadero, para que, una vez en la plaza, el cánido exprese toda su fuerza y su fiereza frente al matador.

No falta de nada en la fiesta nacional guandalense: tercio de varas, tercio de banderillas y tercio de muerte. Como no podía ser de otro modo, si el matador ha hecho una buena faena, dejará el tendido ver sus pañuelos blancos, que será paso previo al corte de orejas y el rabo por parte del matador.

Una preciosa tradición centenaria en pleno apogeo.


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